miércoles, 5 de noviembre de 2014

Bibliografia 7

O´Conell SC, Bare BG. Valoración y tratamiento de pacientes con trastornos hepáticos. En: Valdez AB, Loyola GG, editors. Enfermería Medicoquirúrgica. 10ª ed. México, D.F. McGraw-Hill Interamericana; 2005. p. 1187-1195

En esta bibliografía voy a hablar de las varices esofágicas ya que es una de las causas de mortalidad de los pacientes con cirrosis hepática.
Las varices esofágicas son venas dilatadas y tortuosas de la submucosa del esófago, suelen aparecer en la porción inferior, pero también puede encontrarse en la parte superior y extenderse por todo el esófago. Aparecen por la hipertensión portal, que depende de la obstrucción de la circulación venosa portal del parénquima del hígado. Como la vena porta esta obstruida la sangre venosa de los intestinos y bazo buscan una vía de salid. El efecto fisiológico es mayor presión, particularmente en los vasos de la capa submucosa del inferior del esófago y superior del estomago. Dichos vasos son muy frágiles y tortuosos y sangran con facilidad. Las varices esofágicas sangrantes pueden causar la muerte y a menudo producen choque hemorrágico llegando menos flujo sanguíneo a cerebro, hígado y riñones. Los factores que contribuyen a la hemorragia son los esfuerzos musculares, como cargar objetos, defecar, toser, estornudar o vomitar, esofagitis o irritación de los vamos por una mala alimentación.
El paciente con varices esofágicas sangrantes puede presentarse con hematemesis y deterioro general del estado físico y mental. En ocasiones se encuentran síntomas y signos de choque, como piel fría y pegajosa, taquicardia…
Para identificar el lugar de sangrado se utiliza endoscopia aunada a trago de bario, ultrasonido, tomografía computarizada y angiografía.
Endoscopia inmediata está indicada para conocer la causa y el sitio de la hemorragia. Después de la exploración no se administran líquidos hasta que no aparezca el reflejo nauseoso. Si el paciente tiene una hemorragia activa, no se permite el consumo oral y se preparan procedimientos terapéuticos posteriores.
Se sospechara de la hipertensión portal si se observan venas dilatadas en el abdomen y hemorroides, un agrandamiento del bazo y ascitis. La medición indirecta de la presión portal es la más común, se introduce un catéter con un balón lleno de líquido en la vena femoral o cubital anterior. Hay varios métodos de medición directa, como puede ser la laparotomía, donde se introduce una aguja en el bazo, inserción de un catéter en la vena porta o alguna de sus ramas y la medición de la presión dentro de las varices esofágicas.
Pruebas de laboratorio como la esplenoportografia, hepatoportografia y angiografía celiaca.

Las varices esofágicas sangrantes pueden conducir rápidamente al choque y se consideran una situación de urgencia. Cuando hay hematemesis se valora la magnitud de la hemorragia y se miden en forma continua los signos vitales. El volumen de sangre se vigila a través de la presión venosa central o de un catéter arterial. Se le administran líquidos intravenosos para restaurar el volumen de líquidos y reponer los electrolitos.

Rafael Jiménez González 

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